Artículo: Miedos: Etapas y Consejos.
¿Qué es el miedo?
El miedo es una de las 6 emociones básicas que tenemos las personas y se activa en el momento en que consideramos una situación como peligrosa. Esta consideración es subjetiva, es decir, cada uno valoraremos de manera distinta ese grado de peligro.
En el caso de los peques, el miedo o gran parte de los miedos que tienen, los categorizamos de evolutivos, ¿por qué? Porque van a ir variando en función de la edad. Unos irán quedando atrás, mientras que otros irán apareciendo conforme crecemos.
Miedos más comunes según la edad
Miedos de los 0 a los 12 meses.
En esta primera etapa de vida, los miedos suelen ser a aquellos eventos que ocurran alrededor del niño/a y sean novedosos para él/ella.
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- Miedo a objetos extraños.
- Miedo a ruidos o golpes fuertes.
- Miedo a personas nuevas.
- Miedo a las alturas.
- Miedo a la separación.
Miedos de 1 a 4 años:
En este periodo, hemos de tener en cuenta que los niños/as no han conseguido aún toda su autonomía, estando muy vinculados todavía a sus padres. Además, aún no distinguen entre lo real y lo ficticio/imaginario.
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- Miedo al abandono.
- Miedo a la oscuridad.
- Miedo a los animales grandes
- Miedo a los payasos.
- Miedo a ir al médico.
- Miedo a las tormentas (ruidos fuertes).
- Miedo a los cambios.
Miedos de 4 a 8 años:
En este periodo, los niños/as son más independientes y comienzan a relacionarse con los demás. Por este motivo, surgen nuevos miedos, más relacionados con la interacción que se da entre el mundo exterior y ellos/as mismos/as.
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- Miedo a los atentados y/o a las guerras.
- Miedo a la muerte.
- Miedo a quedarse solo.
- Miedo a los monstruos y/o a seres sobrenaturales.
- Miedo a ser rechazado.
- Miedo a los exámenes.
Miedos de 8 a 12 años:
En este periodo, los chicos/as se relacionan de una manera distinta con el exterior, además van aumentando sus responsabilidades. Es una etapa en la que desaparecen algunos miedos anteriores (miedo al abandono, a los monstruos, a los animales…), pero aparecen nuevos miedos, ya que se enfrentan a nuevas experiencias, el grupo de iguales pasa a tener más relevancia, por lo que comienzan a preocuparse por la evaluación social, siendo muy frágil su autoestima. Nos encontramos con:
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- Miedo a las críticas recibidas y/o al rechazo.
- Miedo al fracaso escolar.
- Miedo a suspender un examen.
- Miedo a la apariencia física.
Miedos a partir de los 12 años:
En general, esta etapa está caracterizada por miedos sociales, sobre nuestro aspecto físico y/o nuestra personalidad. La autoestima sigue jugando un papel importante, continuando frágil. Se trata de una fase en la que se está generando la propia identidad y los propios valores.
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- Miedo al rechazo y al fracaso.
- Miedo al reconocimiento por parte de los otros.
- Miedo a la propia imagen.
- Miedos relacionados con la identidad o la sexualidad.
- Miedo al futuro.
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¿Qué podemos hacer los padres ante estos miedos?
Como con todas las emociones, es importante que tanto las nuestras como las de los demás, las validemos y comprendamos. Sobre todo, cuando se trata de nuestros/as hijos/as esto es fundamental – básicamente porque somos su figura de apego. En la vida de las personas es importante acompañarlos con las emociones pero, sobre todo, en los primeros años de vida y, posteriormente, también en la adolescencia.
Para esto:
- Validar lo que está sintiendo: aunque sean miedos irreales (monstruos, fantasmas…), ellos/as lo experimentan como un gran miedo real, es parte de ellos y por esto hemos de validarlo sin cuestionarlo.
- Comprender la emoción: hacerles ver que entendemos que le dé miedo, que se haya asustado. Escuchar cómo se siente y que le ofrezcamos nuestra protección si la necesita.
- Darles una pequeña estrategia de regulación: en función de la etapa en la que se encuentre, podemos permanecer a su lado y que sienta nuestro contacto. Podemos, por ejemplo, explicarle que si tiene miedo al ladrido de un perro, que entendemos su miedo, pero que ese ladrido puede ser la manera del perrito de saludar (validamos-entendemos-regulamos).
Otro aspecto de gran importancia es no exponer de manera forzada o súbita al peque a un miedo. Muchas veces oímos hablar de la “terapia de choque”, de hacer que el niño se exponga al miedo de golpe, obligándolo porque “es la manera de conseguir que ese miedo desaparezca”. De esta forma, lo que podemos conseguir es más bien todo lo opuesto: por un lado, que ese miedo se intensifique y, por otro, que el niño pierda confianza en nosotros, ya que somos su refugio y lo estamos “echando a los leones” – podemos dejar de ser una figura segura.
El sentido del humor puede ser una herramienta útil para los miedos, siempre y cuando la utilicemos correctamente, es decir, que nos riamos de esos miedos, no del niño/a. Lo que pretendemos conseguir con esto es adornar el miedo de forma que no sea tan terrorífico.
Cabe mencionar también la importancia, sobre todo en edades tempranas, de implementar rutinas en los/as niños/as. Estas rutinas pueden ayudar a que se aminoren los miedos, ya que los pueden ir anticipando y regulándose. Por ejemplo, un niño que tenga miedo a la oscuridad. Además de la validación, comprensión y estrategia de regulación mencionadas antes, si hay establecida esa rutina en la que nos bañamos, cenamos, nos lavamos los dientes, contamos un cuento y dormimos, el peque puede ir anticipando que llega el momento de dormir a oscuras e ir utilizando esa pequeña estrategia de regulación que hemos enseñado previamente, incluso hablar de lo que le preocupe mientras hacemos las tareas anteriores.
¡Ojo! Hemos de tener cuidado con…
Un aspecto del que no podemos olvidarnos es de la transmisión de los miedos. Los miedos, como toda emoción, pueden ser aprendidos y transmitidos de unos a otros.
Esto es importante tenerlo en cuenta para que nosotros, como padres y madres, podamos conocer cuáles son nuestros miedos y no proyectarlos en nuestros/as hijos/as. En caso de que nosotros tengamos alguna fobia, podemos incluso explicarle a los peques por qué nos sucedió y que el hecho de que nos dé miedo a nosotros, no significa que sea peligroso. Si como padres queréis trabajar alguna fobia, en PsicoAlmería tenéis a vuestra disposición psicólogas sanitarias que os ayudarán, tanto presencial como online.
Asimismo, hemos de ser prudentes con la sobreprotección que a veces ejercemos. Incluso inconscientemente, sobre el/la niño/a, sobre todo, en las primeras etapas de vida, cuando comienzan la marcha o comienzan a explorar. Aquí puede suceder que nosotros vemos peligro en lo que ellos no, y entonces no les permitimos que se caigan, que se equivoquen o que corran, por nuestro miedo a que se dañen – incluso por miedos propios. Y, esta exploración es fundamental para su desarrollo, por tanto, es sustancial dejarlos hacer y si les ocurre algo, tendrán nuestro consuelo y apoyo.
Por último, como he comentado anteriormente, estos miedos son evolutivos, es decir, se van modificando a lo largo del ciclo vital, desapareciendo. Pero esto no quiere decir que siempre sea así, por lo que hay que considerar lo siguiente para plantear la posibilidad de acudir a un profesional como los psicólogos de PsicoAlmería:
- A pesar de las estrategias de regulación, el apoyo percibido y el paso del tiempo, el/la niño/a no consigue afrontar ese miedo.
- Este miedo lleva con el peque mucho tiempo y, además, cada vez el temor es mayor en vez de menor.
- Evitación del niño/a ante estímulos que se relacionen con el miedo o reacciones no proporcionadas.
- Hay un gran malestar en el niño/a, produciendo un deterioro en sus áreas fundamentales de vida.
Si tu hijo o hija tiene un miedo que le causa malestar y no desaparece, estaremos encantados de ayudaros. Disponemos de psicólogas sanitarias infantojuveniles. Pueden contactar en el 644 679 781 y en pocos clics AQUÍ.