Autora: Psicóloga General Sanitaria Gema Muñoz. Artículo: La depresión infantil, rompiendo mitos.
Depresión en menores
La depresión hasta hace muy poco se consideraba una enfermedad sólo de adultos, pero los psicólogos cada vez nos encontramos en consulta con más menores con síntomas compatibles con la depresión. La depresión infantil y adolescente está más presente en las consultas y por suerte se resuelve de manera eficaz con profesionales capacitados.
¿Cuáles son los inicios de la depresión en infantil? La tristeza en niños
Los niños tienen algunos síntomas parecidos al de los adultos como: tristeza, llanto, aislamiento social, dormir en exceso o insomnio. Cuando el niño anteriormente no ha tenido problemas para regular las horas de sueño y tienen otros síntomas específicos, como irritabilidad, agresividad, problemas de conducta, timidez excesiva, estos serian los más comunes entre los específicos de menores.
A veces ni ellos mismos saben reconocer estos síntomas, ni entienden porque se encuentran así. La desesperación de no poder entender porque realizan ciertos actos les lleva a decir a sus padres que quieren ayuda, aunque no saben explicar para que, ni por qué.
El contexto de la depresión en infancia. Síntomas Depresión infantil
En la mayoría de casos las familias suelen acudir a un profesional de la psicología cuando la forma de comportarse del menor ocasiona que se resienta la vida familiar y dejen de ir juntos a eventos sociales y/o lugares públicos con su hijo.
Cuando un menor es diagnosticado de depresión, los padres y familiares no pueden entender cómo ha pasado eso, si en su mente es un niño y lo tiene todo. Los padres sobre la depresión infantil suelen tener poca información ya que la asocian a la depresión de adultos.
Mitos sobre depresión en niños
A continuación, se exponen algunos de los mitos más generalizados sobre la depresión en los hijos o depresión en niños:
1. Es un niño, no puede estar triste
Estar triste es una emoción normal, tanto en niños como en adultos. El ser niños no les hace inmunes a situaciones dolorosas, y no debemos menospreciar el momento de dolor que está viviendo. Si utilizamos frases como «no debes estar triste» o «debes ser fuerte», podría no sentirse cómodo contándonos experiencias o aprender a ocultar sentimientos.
2. Es muy pequeño, no se da cuenta de lo que pasa en casa
Muchas veces pensamos que los más pequeños pasan por alto situaciones de su entorno. Muchas veces este pensamiento es erróneo, ya lo que ocurre es que no demuestran al mismo nivel que los adultos los problemas que se estén dando en la familia. Por ejemplo, un divorcio, el fallecimiento de un ser querido o las discusiones, etc. son situaciones que pueden sufrir en silencio. Darles la posibilidad de hablar de ello nos permite crear un espacio en el que podemos eliminar culpas erróneas.
3. Llora por todo, los niños no tienen preocupaciones
Para los adultos, las preocupaciones suelen ser el trabajo, comprar la comida, pagar el alquiler, etc. Para los menores las preocupaciones son bien diferentes, van desde que su mejor amigo esté enfermo a que no quieran jugar con él en el recreo, ya que en la infancia, ese es su mundo y no debemos quitarle importancia a su día a día.
4. Es un caprichoso, no está contento con nada
Muchas veces proyectamos nuestras infancias en las de nuestros hijos. Aquellas cosas que no pudimos tener de pequeños son las que creemos que harán felices a nuestros hijos. No suele ser así, ya que él no ha vivido las mismas carencias y no ha tenido las mismas experiencias de vida que nosotros tuvimos, por lo que no tiene que desear lo mismo que nosotros deseamos, tiene sus propios deseos y necesidades.
5. Como no le va a gustar ir al colegio, si allí solo juegan
El colegio es uno de los lugares en donde pasan la mayor parte de su tiempo. En las primeras etapas pueden exigirle niveles y conocimientos, lo que puede generarles sufrimiento. Los adultos recordamos también esta etapa de nuestra vida, pero nuestro cerebro nos lleva a modelar recuerdos y a que la mayoría de ellos sean buenos y divertidos.
6. Es un vago, solo le gusta dormir y no hace las tareas del colegio
Como comentábamos, en su infancia pueden existir exigencias, nivel y conocimientos. La frustración puede jugar malas pasadas y al verse con recursos insuficientes para afrontar momentos y tareas, puede resultar en un gran desgaste emocional y a refugiarse en dormir la mayor parte del día.
7. Este niño es un tragón, solo quiere comer
El comer en exceso es un medio para sentir satisfacción a corto plazo, es decir, de forma inmediata, ya que al comer liberamos unas hormonas que nos hacen estar saciados y felices. Por ello, el comer es una manera de no afrontar las emociones y los retos del día a día.
8. Este niño no come nada, solo lo hace para que sus padres se enfaden y le presten atención
Al igual que el comer en exceso es una bandera roja de alarma el no comer también. Esta forma también puede ser su forma de evitar situaciones que le han creado malestar, solucionar comentarios sobre su físico o buscar la preocupación de su familia para compartir más tiempo y que le dediquen toda su atención, aunque estén todos enfadados, al menos todos están juntos.
9. Está todo el día enfadado, si tiene de todo, es un caprichoso
Cada persona tiene una forma única de ser feliz. Podemos creer que nuestro hijo tenga todo lo habido y por haber sobre juegos, materiales, etc., pero no quiere decir que sea feliz de esa forma. El mejor juguete para los niños son sus padres y familiares, esos momentos crean recuerdos y estrechan vínculos de afecto. Las cosas materiales no pueden sustituir estos vínculos, por eso es importante cuidarlos.
10. Lo que tiene es cuento
Creemos que los menores pueden fingir un dolor de cabeza o tripa antes de ir al colegio o antes de ir a algún otro lugar al que antes solía ir sin dificultad. Esto son señales de que está pasando algo, donde él no se siente cómodo y que no es capaz de explicar o reconocer mediante palabras.
¿Qué hacer si un niño tiene depresión?
Si hay sospechas de que el menor o la menor sufren síntomas de depresión, hay que acudir a un psicólogo infantojuvenil.
Cuando llegan a consulta lo importante es que le atienda un profesional cualificado, como las psicólogas infantiles de PsicoAlmería, donde el primer paso que se llevará a cabo será crear un vínculo de confianza y empatía. Se evaluará al menor y se contará con la opinión de los adultos que conviven con él y también de profesores si fuese necesario. Una vez establecido lo que se quiere llegar a lograr con el menor y la familia, se comienza el trabajo en equipo y siempre de manera lúdica y activa para asegurar la implicación del menor.
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