Artículo: «Esto que siento solo me pasa a mí». Artículo relacionado con las emociones que sentimos como únicas.
Para muchos pacientes, acudir al psicólogo supone un esfuerzo considerable. Además de la problemática que los lleve a sesión, muchas veces influye también el temor a ser juzgados. Pueden acudir pensando que lo que traen a sesión es algo extraño, poco habitual. Como si lo que sintieran fuera ajeno al resto de personas, incluso ajeno al psicólogo/a.
Es, por tanto, habitual el sentir vergüenza por lo que pueda pensar el profesional, miedo ante su reacción o tristeza al pensar que se es una víctima de lo que está pasando y/o sufriendo.
Hay que tener en cuenta que, en la vida diaria y fuera de consulta, las personas con las que se cruzan día a día pueden juzgar y opinar sobre su comportamiento y sus sentimientos. Aquí es donde el psicólogo/a debe normalizar la reacción de la persona ante la experiencia vivida, darle espacio a la persona a sentir esa emoción y validarla. Y sobre todo, no juzgar, puesto que no es su rol.
Un buen psicólogo o psicóloga, como los del centro de PsicoAlmería, cuentan con formación específica en las habilidades que debe tener un psicólogo durante las sesiones. Entre otras, las más importantes son: empatizar, una adecuada escucha activa, no juzgar y comprender cómo siente el paciente, por qué y cómo ayudarlo, normalizar las situaciones que lo son y validar los sentimientos y emociones.
Emociones Únicas ¿Lo que siento es diferente y único?
Está claro que cada persona tiene su forma particular de pensar y sentir. Ante la misma situación, dos personas pueden tener visiones y sensaciones completamente distintas y ambas son válidas. Es normal pensar eso de “solo yo me siento así” o “nadie me entiende”. Y en parte es cierto, cada persona siente de forma particular y le afectan las cosas de forma única.
Sin embargo, aunque las vivencias sean distintas, hay emociones comunes a todos nosotros, emociones que se definen como básicas. Estas emociones son la ira, la alegría, el asco, la tristeza, la sorpresa y el miedo. Estas emociones no distinguen de culturas ni edades, se pueden considerar universales. El hecho de que haya emociones comunes a todos los humanos puede ser tranquilizador, ya que nos asegura que, además de nosotros mismos, otras personas pueden sentir emociones similares ante situaciones determinadas.
Finalmente, por mucho miedo o vergüenza que pueda dar acudir al psicólogo, hay que tener en cuenta que él es una persona más, que posiblemente haya atravesado por situaciones similares en su vida y haya experimentado las mismas emociones que nosotros. Y, además, la preparación y experiencia que conlleva la profesión de psicología.
«Soy un hombre, nada humano me es ajeno» Proverbio latino
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