Artículo: ¿Qué es el duelo? Autora: Celia García Nieto
¿QUÉ ES EL DUELO?
El duelo es una reacción normal ante una pérdida, ya sea una persona, un animal, una etapa, un evento significativo o un objeto. Cuando pensamos en el duelo, lo primero que se nos viene a la cabeza es la muerte de un ser querido, pero no siempre es así, a veces pasamos por la etapa del duelo cuando acabamos una relación sentimental, cuando fallece nuestra mascota, cuando nos vamos a vivir a otra ciudad o país y sentimos esa sensación acerca de nuestra patria, entre otros.
Es por ello por lo que, cuando hablamos de duelo lo primero que pensamos es en la muerte porque es el único hecho que nos asegura que no vamos a poder volver a ver a esa persona, hablar con ella, reunirnos… Hay muertes que no nos provocan duelos, esto ocurre cuando no tenemos una relación con la persona que fallece, al igual que hay relaciones que se rompen y no sufrimos un duelo, como, por ejemplo, si dejamos de trabajar en un lugar, no sentimos ese sentimiento por los que han sido nuestros compañeros de trabajo.
Una de las características del duelo es que nos provocan una sensación de incertidumbre de no saber qué va a ocurrir, el cambio de rutina, el no poder volver a hacer ciertas cosas como antes, nos acarrea una serie de emociones como desamparo, desconfianza hacia nuestra vida que abre la puerta al duelo. El duelo es una etapa normal, abarca un rango de sentimientos y acciones que son normales ante una pérdida.
DIMENSIONES DE PÉRDIDAS EN EL DUELO
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Dimensión física: molestias físicas como sequedad en la boca, sensación de vacío o dolor en el estómago, alteraciones del hábito intestinal, opresión en el pecho y en la garganta, disnea, hipersensibilidad a los ruidos, palpitaciones, falta de energía, alteraciones del sueño, pérdida de apetito, mareos, entre otros.
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Dimensión emocional: son los sentimientos que se perciben interiormente. Depende de la persona, de la situación, de la pérdida, del estado de ánimo estas se pueden manifestar en mayor o menor intensidad. Algunas de ellas son: culpa, miedo, soledad, desamparo, impotencia, anhelo, cansancio, desesperanza, alivio y liberación, abatimiento, amargura, vergüenza, rabia, enfado, tristeza, etc.
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Dimensión cognitiva: que no hay que confundir con la dimensión anterior. Aquí nos encontramos con dificultad para concentrarse, confusión, ideas repetitivas, rumiaciones, embotamiento mental, falta de interés, olvidos frecuentes, etc.
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Dimensión conductual: son los cambios que se perciben en la forma que el individuo que está pasando por la fase de duelo respecto a cómo se comportaba anteriormente. Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, consumo de alcohol, fármacos, psicofármacos o drogas, son algunos ejemplos de ello.
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Dimensión social: la expresión que la persona que está pasando por la etapa del duelo hace hacia los demás, como el resentimiento hacia ellos y el aislamiento social.
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Dimensión espiritual: debido a la pérdida se replantean sus propias creencias. En esta dimensión también encontramos las preguntas sobre el sentido de la muerta y la vida.
ETAPAS DEL DUELO
Existen diferentes etapas en el duelo por las que hay que pasar antes de estar recuperado, estas son:
- conmoción negación
- ira
- negociación
- depresión
- prueba y aceptación
A veces hay retrocesos en las etapas, pero normalmente ocurren seguidas.
TIPOS DE DUELO
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Duelo patológico/complicado: cuando el dolor moral se alarga considerablemente en el tiempo. Además, impide llevar una vida normal y la persona es muy diferente a cómo era antes del duelo.
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Duelo anticipatorio/preduelo: este tipo de duelo se caracteriza porque el deudo empieza a elaborar el dolor de la pérdida sin que esta haya ocurrido.
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Duelo inhibido o negado/congelado o retardado: cuando las personas no dan señales de dolor o no se muestran afectadas en la primera etapa del duelo.
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Duelo crónico: el duelo sigue provocando el mismo dolor, aunque haya pasado tiempo produciendo una sensación de desesperación. El deudo es incapaz de rehacer su vida.
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Duelo enmascarado: el deudo sufre síntomas relacionadas con el dolor hacia la pérdida del ser querido, pero no relaciona que es por eso.
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Duelo exagerado/ eufórico: manifestaciones exageradas del dolor, negación de la pérdida (por lo que pueden creer y actuar como si la persona fallecida continuase viva), cuando reconoce que la persona sí ha fallecido, lo hace expresando que lo ha hecho para beneficio del deudo.
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Duelo ambiguo: provoca un alto nivel de ansiedad, ya que no se sabe con certeza si la persona ha fallecido. Existen dos tipos de duelo ambiguo, por un lado, el deudo percibe que la persona que falta no está físicamente, pero desconoce si ha fallecido o no, porque el cuerpo no se ha encontrado. Por otro lado, cuando el deudo percibe que la persona sí que está físicamente, pero psicológicamente ya no está (por ejemplo, daño cerebral).
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Duelo normal: sus características son: aturdimiento y estado de shock, dolor y malestar, debilidad, pérdida de apetito, peso y sueño, dificultad para concentrarse, culpa y rabia, momentos de negación, ilusiones y alucinaciones relacionadas con el fallecido, identificación con el fallecido.
INTERVENCIÓN A LAS PERSONAS EN SU DUELO
Para poder recuperarse del fallecimiento de una persona, la pérdida de situaciones o eventos significativos para la persona es necesario llevar a cabo el trabajo de duelo. Para ello, el deudo tiene que ser capaz de asimilar la situación, los cambios, la pérdida y aceptarlos como parte de su (nueva) vida. Para considerar el duelo como patológico se determinan ciertos criterios:
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Durante las semanas después de la pérdida el deudo no responde a estímulos.
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Persistencia de rabia, resentimiento, tristeza o culpa de una alta intensidad.
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Es incapaz de hablar del fallecido o la pérdida.
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El deudo no quiere despojarse de ninguna pertenencia de la persona fallecida o, por el contrario, se desprende de estas precipitadamente.
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Acontecimientos o hechos de poca importancia o peso provocan en el deudo reacciones intensas.
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Evita cualquier tipo de referencia hacia el fallecido o la pérdida.
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El deudo sufre síntomas físicos parecidos a los que la persona difunta sufrió antes de fallecer.
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Cambios radicales por parte del deudo de su estilo de vida inmediatamente o muy próximo a la pérdida.
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Abuso de sustancias como el tabaco, el alcohol y/o las drogas como conductas autodestructivas. En situaciones extremas, puede realizar intentos de suicidio.
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No hay ningún signo de recuperación tras pasar el primer año desde la pérdida.
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Al pasar dos o tres años no hay cambios satisfactorios y significativos.
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La culpa persistente y la baja autoestima han desembocado en depresión con el paso del tiempo.
Para poder llevar a cabo el duelo, y con ello la mejora en la situación del deudo se establecen cinco objetivos:
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Mejorar la calidad de vida del deudo.
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Disminuir el estrés.
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Aumentar la autoestima.
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Mejorar la salud mental para prevenir posibles futuras enfermedades.
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Disminuir el aislamiento social.
Cuando la persona doliente comienza a recordar y hablar de la persona fallecida o del evento perdido sin llorar, sin desconcentrarse, ni quedarse paralizado, es un indicador de que se está recuperando de forma óptima. Otro signo que indica esta recuperación es la capacidad de establecer nuevas relaciones o retomar las que había abandonado por no sentirse capaz de hacerlo.
Es por todo esto, que, si el deudo se pone en manos de un profesional de la salud mental, es decir, de un psicólogo, este le ayudará a completar las fases del duelo con el apoyo y la ayuda que este necesita.
CONCLUSIONES
Se establece un periodo de doce meses para afrontar y superar un duelo, pero no es necesario pasar por los doce meses antes de la recuperación, al igual que hay personas que necesitan más tiempo y sigue siendo un duelo normal. Pero hay veces que la persona sufridora no es capaz de afrontar la pérdida por si sola por lo que, muy a menudo, el duelo se vuelve patológico y la persona necesita ayuda externa para poder recuperarse. No obstante, ante cualquier tipo de duelo, el acompañamiento de un psicólogo siempre ayuda a la óptima recuperación del doliente.
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