Artículo: Cómo Educar a los Niños y poner Límites
Como sabemos, es importante que los más peques se desarrollen en un entorno seguro y para esto se requieren unas normas, ya que éstas serán las que les permitan organizar su mundo, su comportamiento y su bienestar.
La familia es el primer modelo para el niño: con ellos será con las primeras personas con las que se identificará, aprenderá reglas de socialización y formas de comportamiento ante las diferentes situaciones. En los primeros años de vida, este proceso de socialización es de gran importancia, ya que es cuando el niño interiorizará patrones de comportamiento y dinámicas de relación. Además, es el periodo donde mayor vulnerabilidad y absorción de información tenemos, por lo que es fundamental dar una adecuada educación, así como cuidado, protección y afecto para un desarrollo saludable.
¿Cómo educar a los niños y Para qué sirven los límites?
Los límites son aquellas normas que nos diferencian de los demás. Estas normas, además, van a servir a los niños (y nos sirven a todos, independientemente de la edad) como factor de protección y de reducción de conductas de riesgo. Los límites, aunque a algunos les pueda parecer lo contrario, les muestran a los niños nuestra preocupación por ellos. Eso sí, siempre acompañados de afecto, comunicación y sin ser excesivamente rígidos.
Vemos cómo padres que emplean una educación muy autoritaria, pueden hacer que sus hijos no sean capaces de decir “no” en un futuro y que sean muy complacientes y más influenciables. Por otro lado, padres con una educación muy permisiva, llevarán a sus hijos a no adquirir responsabilidades, con baja tolerancia a la frustración e incapaces de afrontar una situación complicada.
Por esto, hay que ser flexible en cuanto a los límites: hemos de establecerlos, dictar una serie de normas, pero que sean realistas y saludables para el desarrollo del niño; y, sobre todo: ¡NO OLVIDARNOS DEL AFECTO!.
¿Cómo podemos establecer los límites?
Para saber cómo educar a los niños debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Reconocer y entender qué es lo que necesita el niño. De este modo el límite será acorde y se cumplirá más adecuadamente.
- Comunicación y negociación. No siempre los límites han de ser como nosotros digamos, podemos acordar con el niño qué sí y qué no.
- Pasar tiempo de calidad con los peques, consiguiendo un espacio donde haya afecto, comunicación y entendimiento de necesidades.
- Por supuesto, sobrepasar el límite tendrá una consecuencia, la cual podemos establecerla (también acordándola con el niño si queremos), comunicársela al niño y cumplirla.
- Podemos explicar al niño para qué estamos estableciendo estos límites, de qué le pueden servir, aunque ahora le generen malestar.
Es fundamental que los límites se adecúen a la edad y las circunstancias de cada niño. Por ejemplo:
- En el caso de los niños pequeños, al no reconocer ciertos peligros, es difícil que comprendan por qué no pueden hacer algo que quieren. Los desacuerdos suelen expresarlos a través de berrinches o comportamientos agresivos. En estos casos, se suele pensar que lo mejor es no hacerle caso al niño, pero no es así: hemos de contener a los peques, explicarles qué es lo que pasa y no ceder ante el berrinche, pero sí que sepan que estamos a su lado para que lo entiendan (importancia del afecto). También con los niños pequeños es importante el establecimiento de rutinas para que entiendan que hay un orden que hemos de cumplir cada día.
- En cuanto a los adolescentes, puede complicarse el establecimiento de límites, ya que es una época complicada de rebeldía y proceso de diferenciación. No obstante, la parte positiva es que pueden comprender, por tanto, podemos comunicar mejor con ellos y llegar a acuerdos. Igualmente, podemos observar que constantemente están intentando medir nuestros límites, en ocasiones, incluso piden los límites a gritos, aunque no lo percibamos.
¿Por qué a veces nos cuesta poner límites?
Los niños, desde bien pequeños, están constantemente midiendo dónde tenemos los límites los adultos: con pataletas, desafíos, desplantes… Es ahí donde nosotros hemos de ser coherentes y consecuentes con los límites que sobrepasan, marcarlos, explicarlos y cumplir las consecuencias.
Pero a veces nos cuesta todo este proceso, ¿por qué? Encontramos motivos diferentes, en función de la vivencia de cada uno. En ocasiones, puede suceder que no queramos poner demasiados límites a nuestros hijos precisamente porque hemos tenido padres muy restrictivos y no queremos repetir ese patrón. Influye por tanto nuestro etilo de apego recibido.
Por otro lado, puede pasar que podemos creer que el hecho de ser muy estrictos, lo pueden entender como que no somos cariñosos. También ocurre que nos resulta más sencillo ceder a mantener un límite impuesto (por ejemplo, el hecho de que el niño se ponga a patalear en un lugar público, sabiendo que su madre lo pasará mal y cederá ante su petición).
Para no perdernos en todo esto, hemos de tener claro que las relaciones entre unos padres y unos hijos han de ser asimétricas, ¿Qué quiere decir esto? Que ha de haber una figura de autoridad (padres) que enseñe cómo funcionan las cosas. Esto no quiere decir, insisto, que tenga que ser de una forma autoritaria, sino desde la comunicación, la coherencia y el afecto.
Entonces, ¿Cuáles son los beneficios de los límites y Cómo educar a los Niños?
Además de saber cómo educar a los niños es importante conocer las metas y beneficios que queremos obtener. Algunos de los beneficios que aportan los límites son:
- Dan seguridad al niño, en el sentido de organizar y ordenar su mundo, de darle coherencia, ver que todo tiene un sentido. Además, les ayuda a fomentar su autoestima y autonomía.
- Les ayudarán en sus relaciones sociales, aprendiendo a ser asertivos, a ser empáticos y, por tanto, teniendo interacciones sociales más saludables.
- Fomentan la tolerancia a emociones desagradables, como el enfado, la tristeza.
- El cumplimiento de los límites que vamos poniendo a nuestros hijos sobre lo que es correcto o no, les llevarán a la interiorización de los mismos, por lo que les ayudarán en la elaboración de sus valores.
- Fomentan la responsabilidad del niño, ya que conforme van creciendo, son ellos los que han de tomar decisiones respecto a diferentes asuntos, así como tomar la responsabilidad en la realización de sus deberes personales y ser disciplinado.
- Fomentan la tolerancia a la frustración, reduciendo problemas de conducta o impulsividad.
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